Capitulo XLVII ~ La caída de Jace

En el momento en que di una patada y Jace se cayó, me sentí realmente horrible. No podría explicarlo, pero era como si me estrujaran el corazón, sentía una presión en mi pecho que apenas me dejaba respirar. Inmediatamente bajé con mi pegaso, buscándole, hasta encontrarle bocabajo sangrando a mares, casi muerto.

-¡Chicos, está aquí!-grité informándoles, por lo que bajaron para ayudarme.

Quitamos los palos con dificultad, y bajamos a Jace al suelo, dejándole sobre un lecho de hojas secas. Me arrodillé a su lado observando que sus anteriores heridas se habían abierto.

-Déjame a mí, lo puedo curar, solo necesito que vayáis a por hierbas que habrá por ahí.

Nos dijo cuales eran y me levanté gruñendo fastidiada.

Me interné en el bosque explorando con Garret, viendo las hojas de los árboles tan verdes como siempre, viendo como el sol se filtraba por entre las ramas, acariciando con sus brillantes y calurosos rayos todo lo que estaba a su alcance. Acaricié los árboles, sintiendo lo rugosos de éstos, hasta ver un arbusto con una de las que nos pidió.

-Allí-le señalé, y cortó unas cuantas mientras seguíamos nuestro camino.

La tensión se respiraba en el ambiente, incomodándome.

-Y, bueno... ¿Cuánto tiempo llevas en el Campamento Mestizo?-le pregunté.

-Bastante, la verdad... unos... ¿5 años? 6 tal vez, no lo sé.

-¿Y tu padre tardó mucho en reconocerte?-me agaché porque creí haber visto una cosa, pero no, falsa alarma, por lo que me levanté.

-Unos meses. La verdad es que gracias a ello aprendí a adaptarme en los espacios ocupados, ya que la cabaña de Hermes estaba... bueno, atestadísima es poco, fíjate-dijo soltando una risa.

Me encogí de hombros recogiendo más cosas. Y así estuvimos hasta que lo tuvimos todo. Durante todo ese tiempo, estuve sintiendo una extraña acidez en el pecho, pero no sabía que era.

Volvimos encontrándonos a Jace escupiendo sangre como un poseso. Bueno, por lo menos seguía vivo... Así que, mientras observábamos su dolor, le dimos las plantas a la chica, que las machacó o algo y empezó a aplicárselas en las heridas que empezaban a sanar gracias al néctar y a la ambrosía.

-¿Cómo se encuentra?-le pregunté a Ibally.

-Supongo que ha estado mejor.

Me arrodillé a su lado, observándole. Aún me sentía culpable... Y seguramente me tuviese rencor o algo. De alguna forma conseguía romperlo todo siempre, no sabía por qué, pero bueno.

-¿Hola?-dije, mirándole.

-Hola caracola...-susurró como pudo, ganándose un ataque de tos.

Garret e Ibally se alejaron, dejándonos a solas.

-¿Cómo estás?

Me dirigió una mirada fulminante, como diciéndome ¿en serio lo preguntas?

-Mal.

-Lo siento-jugué con mis dedos.

-¿Por qué me dejaste caer?

-No lo hice aposta, fue más bien un acto reflejo, como cuando das manotazos para apartar a una mosca.

-¿Me estás comparando con una mosca, Rapunzel?

-Es para que tu cerebro lo entienda.

Resopló con una pequeña sonrisa.

-Bueno, ¿perdonados?

-Ya veremos.

Puse los ojos en blanco levantándome.

-Pues ahí te quedas, Ibally dice que no puedes moverte y has de descansar.

-¡Espera, no te vayas!

Sonreí para mis adentros imaginando que esto iba a ser bien divertido.

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