Capítulo XXXVIII ~ Regreso

Después de varios minutos hablando con Quirón y los demás chicos, vimos que más lejos habían cuevas, así que decidimos ir a explorarlas. Jalia, Nié y yo viajamos a lomos de un pegaso a las cuevas, explorándolas una por una, cada rincón, para saber si podíamos hospedarnos. La mayoría o nos parecieron demasiado pequeñas, o demasiado sucias, así que seguimos buscando hasta llegar casi al final, donde encontramos nuestra cueva perfecta. ¿El único problema? Habían arpías. Unas cinco por lo menos.

Rápidamente sacamos nuestras espadas, soportando los chillidos que emitían las arpías, y nos abalanzamos sobre ellas intentando atravesar su corazón. Chillaron y se defendieron con uñas y dientes, batiendo sus enormes alas e intentando cortarnos con sus uñas largas y afiladas.

Observé la manera de luchar de mis compañeras; Jalia luchaba como podía, defendiéndose y atacando con ganas. Incluso daba miedo. Cosas de las hijas de Fobos, supongo. Nié, por otro lado, atacaba y se defendía con ganas, con pasos inseguros y novatos. Parecía que se lo tenía muy creído, aunque siempre iba de modesta,  y todo por vencer a un estúpido perro del infierno, o eso había oído.

Volví a concentrarme en que la hoja de mi espada cortase con elegancia, matase con crueldad y volviese a atacar. Así era yo. Así me habían hecho tantos años de experiencia, tantos años de matar y luchar, para conseguir todo. Yo era así. Yo era cruel, sí. Yo era Lexi Stone, hija de Eris.

Pensar en mi madre me dio fuerzas para atacar con más habilidad y defenderme con agilidad. Maté a una, luego a otra, Jalia mató a otra, y Nié hirió a la penúltima. Me adelanté atacando a la arpía que estaba libre, pues la hija de Fobos intentaba ayudar a la líder de la misión. Corté su cabeza y, para rematar, atravesé su corazón con mi espada. Sangre me salpicó uniéndose a la de mis heridas, y justo cuando me giré para ayudar a las demás, vi como Nié salía despedida hacia atrás dándose demasiado fuerte contra unas rocas y quedando inconsciente de manera inmediata.

Jalia rápidamente mató a la arpía y corrió junto a Nié, examinándola preocupada. Ahora que me fijaba, el pegaso no estaba, así que oteé el horizonte viendo llegar a los demás con el animal. Observaron a Nié muy preocupados y corrieron hacia ella opcupándose como podía. Mientras, yo, me observé; tenía mi ropa intacta, pero llena de sangre mía y de los monstruos, y además una herida sangrante cruzaba mi cuello en diagonal, obra de una de las uñas de la arpía de antes. También tenía algunos cortes y rasguños por las piernas y antebrazos, pero las únicas heridas graves además de la del cuello, era la del muslo y gemelo, que sangraban sin parar. Me limité a observar como curaban a las demás, olvidándose de mí. 

Vi agua y sol, y se me ocurrió una idea. Cogí una moneda echándola y diciendo con quién quería hablar, y donde ésta persona estaba, y rápidamente me apareció Quirón, aún en la enfermería con los chicos.

-Señor centauro, creo que nos volvemos. Habían unas arpías, y nos atacaron, y, bueno, ya sabe el resto-dije señalando hacia atrás, hacia donde estaban ellos.

-¡Por todos los dioses! ¡Les prepararemos todo, no se preocupen!-dijo, y yo asentí-. Pero, ¿qué hay de ti?

-Yo estoy bien, aunque esté sangrando, estoy bien-dije apretando mi herida del cuello, que apenas sangraba.

-Pero...

-Da igual, ellas son más importantes, ya nos veremos, adiós-dije todo rápidamente echando un vistazo al chico del pelo de seta, para después cortar la llamada, o lo que fuera.

Me volví hacia los demás, que me miraban.

-¿Qué?

-Es Nié, ha perdido el conocimiento, ya no sabemos qué hacer, ni cómo seguir-dijo Alex.

-Bien, una razón más para irnos.

-Hay que curarte-comentó la persona que creía que era Ibally.

Y así lo hicieron. Me vendaron el cuello, el muslo y el gemelo, y me curaron el resto de heridas. En poco tiempo ya estaba todo empaquetado para irnos, y también una confusa Nié preguntando por todo.

-¿Dioniso la podrá curar?

-Supongo.-murmuró Ibally.

A lomos de los pegasos, atravesamos el camino ya recorrido. Cabe decir que encontramos a Fred con una chica muy peculiar. Obviamente se vino con nosotros, lo malo es que la chica también, y la verdad es que no se como respiraba aquí, si vivía en el agua. Pero bueno, ya se averiguaría más adelante... esperaba.

Pronto divisamos el Campamento Mestizo, y los pegasos siguieron batiendo sus alas hasta llegar hacia allí.

Y lo primero que vi, como no, fue al pelo seta esperándonos con Quirón a su lado.




Espero que os haya gustado.
Aleteos de las alas de las bambas de Hermes.
Hazel McFly.

No hay comentarios :

Publicar un comentario