Capítulo XXXVII ~ Algo como una presentación

Habían pasado 30 minutos desde que Tiana fingió que la iba a atacar. 30 minutos en los que todos me miraron con odio y decepción, y luego acabé atada a un árbol. Cabe decir que me aburría mucho viendo como hablaban y tal, mientras que la hija de Iris volvía a llamar al chico. Dios, ¿acaso no se cansaba? Porque yo sí, y mucho.
Tenía las piernas dormidas de estar todo el rato de pie, y más de una hormiga se me había subido encima. ¿Mencioné ya el asco que me dan los insectos? ¿No? Genial, porque ahora sí.
Al estar Tiana delante, podía ver perfectamente lo que sucedía a través del mensaje Iris, y desde mi posición podía ver a un chico con el pelo en forma de seta y un arañazo bajo el ojo, además de muchos más por el cuerpo. Ese chico debía ser el novio de Tiana. Vamos a ver, era guapo, sí, muy guapo. O al menos eso me parecía. Ahora mismo agradecía que Tiana ni pudiese oír mis pensamientos, porque ahora mismo estaría, ya sabéis, muerta, a tres metros bajo tierra.
También veía a otros chicos gravemente heridos, pero no Sabía quienes eran. Los demas se acercaron a hablar, y yo me quedé con cara de ¿hola? ¿Me veis? Empezaron a hablar con el chico y un centauro, no sé de qué, pero bueno, y yo ya me estaba cansando de ser ignorada.
-¡Oye!-Me ignoraron.-¡Que estoy aquí!
Y me volvieron a ignorar. Entonces empecé a cantar la canción de los elefantes.
-Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araaaaaña, como veía que no se caía, fue a buscar otro elefaaaaante. Dos elefaaantes se balanceaban-.Comencé cantando.
Más de uno me dirigieron una mirada asesina, pero a pesar de eso continué, pero siguieron ignorándome.
-¿Con que esas tenemos, eh? ¡Pues hago que os matéis a puñetazos!
Esta vez sí que me hicieron caso, e inmediatamente me soltaron. Frotándome la cintura me puse delante del mensaje, y no pude evitar soltar lo que opinaba del pelo de chico.
-Hola, soy... ¡Uh, que pelo seta!
-¡¿Anda, Rapunzel, saliste del cuento?!-fue su respuesta.
Fruncí el ceño dispuesta a replicarle, pero Quirón me interrumpió.
-¿Eso es lo primero que dice, señorita Stone?
-Era una observación, señor centauro.
-Me llamo Quirón.
-Pues vale, señor centauro.
Él solo se limitó a fruncir el ceño y suspirar.


Espero que os haya gustado.
Aleteos de las alas de las bambas de Hermes.

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