Capítulo XVIII ~ Captura de bandera.

   Me tocó en el equipo de Atenea.
Recogí mi yelmo, una daga que me puse dentro de la bota y la espada.
   Me dirigí con mi equipo, escondimos la bandera y elaboramos la estrategia. Lo hicimos como siempre, cosa que ya aburría porque normalmente les tocaba atacar o defender a las mismas personas aunque yo soy de las que se turnan y esta vez me toco atacar.
   Sonó el pitido para empezar y comenzamos a correr en busca del otro equipo.
   A medio camino nos encontramos con la parte atacante del otro equipo y todos los mestizos empezamos a luchar. Yo realmente lo que hacia era intentar esquivar a todos los que podía pero eso no me duró mucho tiempo. Empuñé mi espada y decidí luchar.
   No se que le pasaba a mi espada porque cuando chocaba contra otra salían chispas que quemaban. Estaba tan distraída con eso que no me di cuenta de que alguien venía hacia mí y para cuando lo hice, ya tenía un corte en el brazo pero no me preocupe. Le pegué con la empuñadura en la cabeza, se mareó y cayó al suelo aturdido.
   Salí corriendo en busca de la bandera pero alguien me hizo una zancadilla, me caí y me golpeé la cabeza con un tronco. Me toque la frente y me miré los dedos. Estaban cubiertos de sangre. Me levanté y seguí corriendo.
   A lo lejos vi la bandera en un pequeño monte a la vista.
   -¡Por aquí!-grité.
   Era muy difícil el acceso a la bandera pero, había que intentarlo.
   Ya estaba cerca la bandera pero justo apareció una hija de Apolo. Comenzamos a pelear y seguían saliendo chispas pero esta vez eran más. Seguimos la lucha hasta que mi empuñadura empezó a arder y la tiré al suelo. Yo también caí a causa de un empujón. Cogí tierra y se la lancé a los ojos. Cogí la espada, que volvía a estar normal, y me levanté. La mestiza me cogió del hombro y le di también con la empuñadura en la cabeza, esa chica me estaba cansando y ese golpe parecía efectivo y me gustaba.
   Estaba a punto de llegar a la bandera cuando metí el pie en un hoyo y me lo torcí. Ahoge un grito de dolor e intenté sacarlo pero no pude. Vi a Peter cerca de la bandera.
   -¡Peter! ¡La bandera!
   Me oyó y corrió a cogerla.
   Sonó otro pitido pero éste era para terminar. Habíamos ganado.
   Peter soltó la bandera, vino y me ayudó a sacar el pie y a levantarme.
   -¿Estás bien?-preguntó.
   Le pasé el brazo por encima de los hombros para poder apoyarme y andar.
   -Perfectamente-sonreí-. Creo que lo único que necesito son unas muletas y desinfectar las heridas.
   -Te acompaño a la enfermería-ofreció.
   -Gracias.
  
   Llegamos y me senté.
   -Bueno, te dejo aquí. Me voy a mi cabaña-dijo-. Te veo después, en la hoguera. Que te mejores.
   -Adiós.
Espero que os haya gustado.
Besazos, Annabeth.

2 comentarios :

  1. Entonces, si la espada ardía, es que es como Leo?

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    1. No, es sólo que la espada es diferente por algo que no voy a decir que es.

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